PADRES: ¿A cuál de los dos grupos quisiera que pertenezca su hijo?

Según el Foro Económico Mundial en los próximos 5 años se perderán 7.1 millones de empleos por la automatización, pero se crearán 2.1 millones de nuevos empleos vinculados a los nuevos desarrollos que demandarán las nuevas tecnologías (aunque no necesariamente serán empleos para el quehacer tecnológico sino en el ámbito del pensamiento creativo y las poderosas habilidades sociales).
Los primeros se han formado para ser profesionales estándar con modelos formativos estándar, cuyos empleos caerán en sus remuneraciones (porque hay muchos otros que pueden hacer lo mismo a menor costo) o desaparecerán (porque las máquinas son mejores para las rutinas); por ello asisten a instituciones educativas que se mantienen en su zona de confort.
Los segundos son “pensadores hacia adelante”, orientados al futuro, que no miran por el espejo retrovisor lo que funcionaba antes para buscar allí las soluciones y replicarlas. Son aprendices adaptables a entornos novedosos, sorpresivos, complejos. Son creadores, innovadores, hacen conexiones inesperadas que las máquinas no pueden hacer, para crear nuevos patrones y darles sentido. Se han formado en espacios educativos disruptivos que no temen asumir los riesgos de la innovación y continuamente ensayan nuevas metodologías; lejos de temer a la incertidumbre, la desafían.
Acá la pregunta no es sólo en qué tipo de institución educativa es eso posible sino ¿qué actitud de los padres lo facilita? ¿Ser padre o madre con expectativas conservadoras para que la escuela haga más de lo mismo, con sus exámenes, tareas, notas, rankings, disciplina rígida? O, ser padres que aceptan la incertidumbre de la innovación seria porque sienten empatía con ella, porque confían que eso permite crear nuevas rutas, ensayar y corregir en la ruta ascendente, porque reconocen que lo impredecible requiere en sus hijos habilidades y actitudes distintas a las usuales en el mundo lineal y predecible del pasado. Imaginan a sus hijos como cambiadores del mundo, creyendo en sus posibilidades, fortalezas y convicciones.
Cómo quieren que sea su hijo como profesional: ¿Aquél que solo quiere ver los casos sencillos y descarta los complejos, o aquél que se aboca a los casos más complejos y los saca adelante? ¿Aquél médico que solo cura gripes, el abogado que solo hace contratos estándar, el arquitecto que solo repite modelos ya establecidos en los catálogos, o el profesional que es capaz de asumir las situaciones particulares más complicadas e inesperadas para darles solución?
Entre estos alumnos podrían estar los que disfruten de los mejores empleos y oportunidades profesionales, y quien sabe también la persona que encuentre la cura para el cáncer o el Alzheimer, o la solución para la pobreza y la paz mundial, o el creador de la próxima gran sinfonía que conmueva a la humanidad…
¿A cuál de los dos grupos preferiría que pertenezcan sus hijos?.
León Trahtemberg 5/1/2018